Para empezar, voy a contarles un poco de la época y de su
autora, para quienes no conocen el contexto de este libro. Charlotte Brontë era
una de las hijas del párroco Patrick Brontë y vivía con sus hermanos –la madre
murió cuando eran pequeños- en el pueblo de Haworth, en Inglaterra, a
principios del siglo XIX. Eran cinco hermanas mujeres y un hermano varón, pero
después de pasar unos años estudiando en el colegio de Clergy Daugthers, en
Cowan Bridge, las dos hermanas más
grandes fallecieron de tuberculosis (María y Elizabeth), provocando que las
otras tres fueran retiradas del internado. Seguramente en estas experiencias se
inspiró Charlotte para describir tan detalladamente la escuela de señoritas
Lowood a la que asiste nuestra protagonista, Jane Eyre, cuando su tía,
después de maltratarla y despreciarla, decide deshacerse de ella enviándola
pupila allí.
La parroquia, donde vivía la familia Brontë, se encontraba
alejada del pueblo y rodeada por el cementerio, azotada por fuertes vientos y
copiosas lluvias. En ese aislamiento y con casi nula vida social, las hermanas
Brontë pasaban las horas leyendo y escribiendo, algo que para esa época no era
natural en las mujeres. Pero Patrick Brontë era un hombre instruido y bastante
distante, que para estar tranquilo les permitía sin objeciones acceder a toda
lectura que tuviesen a mano, ya sea para entretenerse o para estudiar.
De esta manera, no es raro que las tres hermanas hayan
escrito cada una, una novela, además de un libro de poesías, que fue la primera
publicación para ellas. Como ya lo he contado en la reseña de Cumbres borrascosas, de Emily Brontë,
la época no era propicia para este tipo de actividades en una señorita, que
debía ser institutriz o dedicarse a su propio hogar, si es que tenía la “suerte”
de casarse. Por este motivo, las tres hermanas publicaron sus libros con
seudónimos masculinos: Anne, la hermana menor, publica Agnes Grey como Acton Bell; Emily publica Cumbres borrascosas como Ellis Bell, y Charlotte publica Jane Eyre como Currer Bell.
Me pareció importante hacer esta introducción antes de
hablar un poco del libro, porque creo que tanto la obra de Charlotte, como la
de sus hermanas, está íntimamente ligada a sus vidas y a ese clima tan
particular en el que crecieron.
Jane Eyre
comienza con el relato en primera persona de una niña huérfana de 10 años que
es maltratada por sus primos y su tía, la señora Reed, quien ha prometido a su
difunto marido hacerse cargo de la niña pero que no tiene ninguna simpatía por
ella. La pequeña Jane, con la excusa de que es una niña maleducada y rebelde,
es llevada pupila a la escuela de señoritas Lowood, donde pasará varios años y
se formará como institutriz. Cuando llega el momento en el que puede decidir,
Jane elige buscar trabajo y salir de ese oscuro y húmedo colegio en el que pasó
la mayor parte de su vida. Así conocerá al señor Rochester en Thornfield, teniendo
a cargo la educación de la pequeña Adele, en custodia del dueño de casa. Y
justamente cuando Jane cree que está tranquila, en una casa acogedora, con una
familia agradable, suceden varios hechos que no puede explicarse,
las noches se tornan peligrosas, y se siente acechada por una presencia
extraña.
La trama de Jane Eyre
contiene todo ese clima tan particular de las novelas góticas donde los días
lluviosos, los ruidos extraños y las tardes grises de un eterno invierno
transportan al lector a un mundo desconocido pero sumamente cautivador. Y, por
supuesto, no puede faltar la gran historia de amor, tan compleja como todo en
la vida de nuestra protagonista. Por eso, es muy fácil empatizar con ella, que de manera tan valiente y arriesgada intenta superar los obstáculos que
se le presentan. En este sentido, Jane Eyre es un personaje sumamente
transgresor para la época, porque es una mujer que toma decisiones y que se rebela.
Deseo que les haya interesado esta reseña sobre Jane Eyre y espero sus comentarios,
tanto sobre este libro, si lo leyeron o no, como sobre la familia Brontë, tan
particular. ¿Conocían la historia?